Por: Alex D´ Negro.
Tijuana, Abr. 13 2018 (NDT).- Mérida, 15 de Abril de 1957. El llamado ídolo de Guamúchil, se despedía por y para siempre de la faz de esta tierra.
«Yo nací para ser aviador. Debe ser hermosos morir como los pájaros, con las alas abiertas», había expresado el famoso cantante años antes a su primera esposa María Luisa León.
Y así fue, según la versión oficial, Pedro Infante murió co-pilotando un avión de Transportes Aéreos Mexicanos (TAMSA) en un vuelo de Mérida a la Ciudad de México. Dos accidentes previos como señal fatal no detuvieron al popular artista que insistía en viajar y cantar y viajar.
«Ay, ay, ay, ay…
Canta y no llores./
Porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones…/
Había nacido el 18 de noviembre de 1917, en Mazatlán, y se trasladó en 1919 con su familia a Guamúchil, donde se le considera Hijo Predilecto. En 1939 se integró a la Orquesta Estrella de Culiacán y en 1939 emigró a la Ciudad de México donde brilló por su carisma y talento artístico.
Salió de Guamúchil para convertirse en el ídolo popular más grande de México y de América Latina, y su ejemplo aún hoy, es de empuje, orgullo, pero sobre todo sencillez y amor por su tierra.
«Me duele hasta la vida
Saber que me olvidaste/
Pensar que ni desprecios
Merezca yo de ti…/
Y sin embargo, sigues
Unida a mí existencia
Y si vivo cien años
Cien años pienso en ti./»
Muchas son las historias y leyendas que se narran a raíz de la muerte del ídolo del Cine de Oro mexicano, lo cierto es que su talento y carisma, lo convirtieron en una leyenda que perdura en la mente y los corazones de generaciones de mexicanos y personas de todo el mundo.